India el gigante que siempre está a punto de despertar

Por Miguel Ángel Temprano   Tiempo de lectura: 3:50

Hace 30 años pensé que era el momento del despertar de la India, un gigante del que me parecía ver signos de su despertar. Me equivoqué. Hace una década quise encontrar otro signo de ello y me volví a equivocar. Ahora diferentes expertos en áreas económicas y geopolíticas lo ven próximo o muy próximo. La pasada década, la información obtenida me ha permitido cerrar mi ciclo de opinión sobre el desarrollo de la India y por lo tanto como foco de inversión y el motivo para creer o no creer en este basto país tanto de tamaño como de gente lo he encontrado, obviamente en multitud de factores, pero sobre todo en uno, que curiosamente suele distinguir a los que tienen éxito de los que no.

Hace muchos años que llevo pensando escribir esté artículo y si siguen leyendo entenderán porqué. Hace como dos semanas leí un artículo de un estratega económico -no recuerdo de que banco, pero creo que para los efectos da igual- que decía que en dos décadas la India será la nueva China.

Hace unos días escuchaba a un magnífico analista geopolítico de inteligencia que posicionaba a la India como la nueva China, pero ya no en términos económicos, sino en términos de influencia y no dentro de veinte años, sino en menos de dos.

Yo tengo una opinión, pero al que le interese conocerla va a tener que seguir leyendo hasta el final.

Yo no soy de la época de internet, ni siquiera de los ordenadores. Cuando yo empecé a trabajar se utilizaba máquina de escribir y papel de calco, si quería tener una copia de lo que escribía. Eso significa que yo leía los periódicos en papel, de esos que además de incomodos de leer te manchaba de tinta las manos.

“la forma de analizar las situaciones se suele generar cuando uno comienza a amoldar su cerebro y el mío empezó en la época del papel”

 Cada vez que iba a un país nuevo lo primero que hacía en el aeropuerto era buscar un periódico en algún idioma que entendiera, así que como no había en español, pues siempre debía ser en inglés.

Nunca olvidaré la primera vez que fui a Seúl. Me vino a buscar un directivo de la empresa que iba a visitar y no me montó con todo en el ceremonial del mundo, como solía ocurrir, en un coche. Este me montó en el metro. Del metro a un hotel de cinco estrellas de factura fantasmagórica -que pague yo-. Pues en ese periódico vi que, aunque la páginas de la bolsa eran más de siete, las empresas o conglomerados de estos valores eran realmente cinco. Algunos o casi todos conocemos ya a aquí, Hyunday, LG, Samsung..

Aprendí que las economías pueden ser punteras y cumplir con el principio de la diversificación, pero a la hora de ver hacía donde van, tienes que mirar en manos de quienes y en cuantos están.

India, ha sido un destino frecuente en mi vida, aunque de todos, el único viaje bonito ha sido el de vacaciones con mi mujer, justamente por donde no hay negocio, el cuál curiosamente se concentra en dos áreas, grandes, muy grandes, la de Bombay y la Bangalore.

India en términos industriales es tan basta que entre otras cosas tiene la mayor fábrica de vacunas del planeta (que derivó de una fábrica de semen de caballo) o las tres mayores fábricas de medicamentos genéricos del mundo (ahora no les miedo ponerse la vacuna del tétanos o tomarse un paracetamol).

El desarrollo de la industria tecnológica está en Bangalore, y ha llegado a tal punto que ha perdido hasta un punto de competitividad.

“a pesar de lo grande la India sus focos de producción están demasiados concentrados alrededor de Bombay y Bangalore”

Hará ya más de una década, un buen amigo americano, directivo de una mega multinacional francesa me decía que ya no contrataba horas de desarrollo de software en India, que lo hacía en países de la antigua URSS. La pregunta obvia la hice, ¿por qué? Y la contestación fue que eran ya tan caros que solo interesaban cuando el número de horas contratadas eran gigantescas. No salía de mi asombro. Si él pensaba esto representado a una mega multinacional que contrataba horas y horas de trabajo especializado, en ese momento pensé, me he equivocado en veinte años, pero ya es el momento de la India. Ya son un monstruo de los de verdad. Otra vez me equivoque.

Como ustedes, porque me están leyendo, la lectura me gusta mucho y leo de todo, y aunque tengo temas favoritos siempre leo alguna cosa diferente. En este caso fue mi mujer la que me recomendó un libro, de esos que yo no leería por motus propio, Pasión India de Javier Moro. El libro me introdujo en una India no conocida por mí, obviamente por tiempo, pero también por escenario. Como iba con retraso en la lectura de este autor, Javier Moro publicó el siguiente rápidamente y también lo leí, El sari rojo. Un libro totalmente diferente al anterior, pero mucho más de los de mi interés. Antes de seguir recomiendo ambos encarecidamente.

 El sari rojo es un libro prohibido en India y solo porque cuenta la historia de la familia Gandi -de la de Indira la hija de Nehru- con eje central en la chica italiana casada con el hijo piloto de Indira.

En el libro descubrí una India para mi desconocida.

Yo era y soy un hombre de negocios, para lo bueno y lo malo. Muy analítico, pero con el objetivo demasiado centrado. Lo que no me interesa me sobra y para eso Bombay es el sitio perfecto. Sí no te centras, te dispersas y acabas siendo como un niño en una tienda de chuches.

“Bombay es el peor sitio del mundo para hacer negocios, sino te concentras ves oportunidades en cada esquina”

 

A raíz de la lectura de este segundo libro le propuse a mi mujer que nos fuéramos de vacaciones a la India, pero a la India por mi desconocida y no por espacio, porque eso además de ser inmenso en tamaño, entre el norte y el sur es como pasar del blanco al negro pasando por todas las escalas de grises, tanto en idiomas, en color, en idiomas….. Salvo en una cosa y está es la más importante, en como interpretan mayoritariamente la vida.

Hicimos un viaje por el Rajasthan diseñado por un indio para mí. Impresionante, pero dado que por aquella época todavía creía que podía hacer un trekking hasta el campamento base del Everest, le pedí que quisiera conocer Katmandú. Allí me dijo que no me podía ayudar, pero que sí quería entender mejor lo que él me contaba, me recomendaba que en lugar de viajar desde Varanasi a Katmandú en avión, me fuese hasta la frontera nepalí en coche y que ahí luego hiciera lo que quisiera.

Fueron 20 días de inmersión en algo que me ha valieron para cerrar el ciclo del entendimiento del país.

India es un país sin un idioma común. Solo un 10% habla un inglés medio entendible y no más de 30% habla el idioma oficial del país el indi. Pero es que hay más de 20 idiomas oficiales que ni toda la gente de la zona los habla. Su índice de alfabetización a pesar de todos los intentos, al menos publicados, es ridículo y el poder de las familias es tal que lo de Corea es de broma. Y para que nada cambie tienen un sistema de castas oficialmente prohibido y socialmente institucionalizado. Dos partidos manejan a sus anchas un subcontinente con tal heterogeneidad que nadie sabe encontrar el pegamento que haga que el país despegue.

“Un país sin idioma, ni etnia común necesita un pegamento diferente al que otros países utilizan para avanzar”

 

Un país para ser una verdadera potencia necesita varios factores: tamaño, recursos naturales, población, pero sobre todo uno, espíritu.

China ha crecido tan rápido en cuanto han abierto las puertas a su economía, por el espíritu de superación de los chinos. Los americanos ese espíritu lo traían de casa primero los colonos ingleses, luego los irlandeses y finalmente la inmensa llegada de inmigrantes de otros países hambrientos de superación, que lo convirtió en lo que es hoy en día. India carece de eso. Tiene gente buena. Sus empresas son lideres. Tienen una ingente mano de obra barata, pero carecen de ese espíritu de superación masivo que hace crecer rápidamente un país.

 

Esto que voy a decir es muy controvertido y quizá políticamente incorrecto en estos tiempos, pero yo soy así. El concepto religioso hindú implementado en la mayoría de la población y sobre todo mal interpretado, de confórmate con los que tienes, impide e impedirá que ese gigante por el que aposté hace 30 años algún día, al menos por mi visto, despierte. Esa es mi opinión

Da igual que cambie el sistema social, por otra imposible; da igual que se encuentra una manera de que todos los indios se sientan hermanos entre sí; da igual que todos dominen o sí quiera entiendan el mismo idioma; todo da igual, mientras que la filosofía de vida anclada en unos principios religiosos de confórmate con lo que tienes, no cambie, la India será siempre el gigante dormido que nunca termina de despertar. Será importante, quizá hasta muy importante pero nunca decisivo en el panorama geopolítico mundial y por tanto en su economía, más allá de por el volumen que representa.

Para ser una potencia económica se necesita algo más que mano de obra barata e innovación localizada. Se necesita un impulso de todo un país, algo que te exija ser mejor que tus padres y que luches porque tus hijos sean mejores que tú. Y eso no ocurre en India. A los ricos les da igual y lo peor es que a los pobres también.

Por eso cuando inviertan en India no lo hagan al calor de opiniones de banqueros aparentemente expertos, hágalo de manos de indios residentes en India. Solo ellos conocen la realidad, lo demás no llegamos no a imaginárnosla.